El papa Francisco celebró hoy una misa ante miles de los jóvenes birmanos en la catedral de Santa María de Rangún y a quienes invitó a llevar a su país la pasión por los derechos humanos y la justicia, en el que fue su último acto en esta visita a la actual Myanamar antes de partir hacia Bangladesh.
Desde el templo católico más grande del país, Francisco se preguntó cómo es posible hablar de buenas noticias cuando tantas personas a nuestro alrededor están sufriendo.
En un país pobre, donde perviven además diferentes conflictos y discriminaciones étnicas, así como la persecución brutal de la minoría musulmana de los rohinyá, Francisco se interrogó: ¿Dónde están las buenas noticias cuando hay tanta injusticia, pobreza y miseria que proyectan su sombra sobre nosotros y nuestro mundo?
A los jóvenes católicos birmanos, que han llegado hasta la antigua capital desde todas los rincones del país y también de los países vecinos, les dijo que quería que saliera un mensaje muy claro el que los muchachos y muchachas de Myanmar, no tenéis miedo a creer en la buena noticia de la misericordia de Dios.
Les encomendó a llevar esta Buena Noticia a quienes sufren y que necesitan vuestras oraciones y vuestra solidaridad, pero también vuestra pasión por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y la paz que Jesús nos da.
Como buen padre, aunque mejor sería decir abuelo, os quiero dejar algunas ideas, bromeó el pontífice Francisco en su discurso en italiano que traducía en birmano un sacerdote.
Los consejos de Francisco a los jóvenes fueron convertirse en personas que sepan escuchar y por eso hablad con Dios en la oración y también con los santos.
Así que no tengáis miedo de aprender de vuestros propios errores. Dejad que los santos os guíen hacia Jesús y os enseñen a poner vuestras vidas en sus manos, agregó.
Otro de las ideas para los jóvenes fue la de C¡cultivad la vida interior, como cuidaríais un jardín o un campo y no tengáis miedo de hacer lío, de plantear preguntas que hagan pensar a la gente.
Os pido que gritéis, pero no con vuestras voces, no, quiero que gritéis, para ser con vuestra vida, con vuestros corazones, signos de esperanza para los que están desanimados, una mano tendida para el enfermo, una sonrisa acogedora para el extranjero, un apoyo solícito para el que está solo, les animó.
Y les exhorto: ¡sed valientes, sed generosos y, sobre todo, sed alegres!.
Francisco concluyó la misa y su visita a este país con una frase en birmano: Dios bendiga a Myanmar.
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